sábado, 29 de junio de 2013

MODELO DE EJERCICIO RESUELTO PARCIALMENTE

TEXTO

Pero al fin dejé de pensar en lo que tan poco me interesaba, y recorriendo con la vista el interior del coche,  examiné  uno  por  uno  a  mis  compañeros  de  viaje.  ¡Cuán  distintas  caras  y  cuán  diversas expresiones! Unos parecen no inquietarse ni lo más mínimo de los que van a su lado; otros pasan revista al corrillo con impertinente curiosidad; unos están alegres, otros tristes, aquel bosteza, el de más allá ríe, y a  pesar  de  la  brevedad  del  trayecto,  no  hay  uno  que  no  desee  terminarlo  pronto.  Pues  entre  los  mil fastidios de la existencia, ninguno aventaja al que consiste en estar una docena de personas mirándose las caras sin decirse palabra, y contándose recíprocamente sus arrugas, sus lunares, y este o el otro accidente observado en el rostro o en la ropa. 
Es  singular  este  breve  conocimiento  con  personas  que  no  hemos  visto  y  que  probablemente  no volveremos a ver. Al entrar, ya encontramos a alguien; otros vienen después que estamos allí; unos se marchan, quedándonos nosotros, y por último también nos vamos. Imitación es esto de la vida humana, en que el nacer y el morir son como las entradas y salidas a que me refiero, pues van renovando sin cesar en generaciones de viajeros el pequeño mundo que allí dentro vive. Entran, salen; nacen, mueren… ¡Cuántos han pasado por aquí antes que nosotros! ¡Cuántos vendrán después! 
Y para que la semejanza sea más completa, también hay un mundo chico de pasiones en miniatura dentro de aquel cajón. Muchos van allí que se nos antojan excelentes personas, y nos agrada su aspecto y hasta les vemos salir con disgusto. Otros, por el contrario, nos revientan desde que les echamos la vista encima:  les  aborrecemos  durante  diez  minutos;  examinamos  con  cierto  rencor  sus  caracteres frenológicos* y sentimos verdadero gozo al verles salir. Y en tanto sigue corriendo el vehículo, remedo de la vida humana; siempre recibiendo y soltando, uniforme, incansable, majestuoso, insensible a lo que pasa en su interior, sin que le conmuevan, ni poco ni mucho las mal sofocadas pasioncillas de que es mudo teatro: siempre corriendo, corriendo sobre las dos interminables paralelas de hierro, largas y resbaladizas como los siglos.
Benito PÉREZ GALDÓS, La novela en el tranvía
 *Frenológicos: perteneciente a la Frenología, que fue una escuela psicológica del siglo XIX que creía que los relieves del cráneo permitían conocer el carácter de una persona por corresponderse con facultades psíquicas localizadas en zonas concretas del cerebro. 
1.  Breve resumen del contenido del texto. (2 puntos)
2. Género literario al que pertenece el texto (justificar la respuesta)...
3. Estructura del contenido y principales recursos lingüísticos y literarios. (1 punto)
5. b) Analice sintácticamente:
            Dejé de pensar en lo que tan poco me interesaba. 

RESPUESTAS
1. Resumen: El narrador observa la variedad humana que se congrega en el coche del tranvía: unos ausentes, otros curiosos; estos alegres y divertidos, aquellos tristes y aburridos; pero todos impacientes por terminar el trayecto, tal es la incomodidad que nos produce el estar observados por extraños. El tranvía es como la vida humana: unos vienen, otros van, nacen y mueren. Es como un mundo en miniatura, en el que unas personas nos agradan y a otras las aborrecemos. Y a todo esto el tranvía, como gran teatro del mundo, permanece insensible a quienes pasan por él.
2. Género: Se trata de un texto narrativo, con narrador interno y autobiográfico en primera persona, perteneciente a un relato literario (al fin dejé de pensar... examiné uno por uno a mis compañeros de viaje...). La modalidad predominante es la descripción del espacio del tranvía (un espacio cerrado y ligeramente opresivo), pero más que una descripción física, se muestran las actitudes de las personas que viajan en el tranvía (esas otras personas no son tratadas como personajes con entidad propia, ni se interrelaciona con ellas a través del diálogo); y, a modo de digresión ensayística, se ofrecen luego las reflexiones que provoca este ir y venir de pasajeros durante un tiempo corto que se asemeja al vivir humano.
3. Estructura y recursos lingüísticos y estilísticos:
Estructura: Este fragmento narrativo, con narrador interno en primera persona, se divide externamente en tres párrafos que se corresponden con su estructura interna lineal:
            1. Primer párrafo: el narrador observa las actitudes las personas que se congregan en el tranvía y   experimenta la incomodidad propia de quien observa y es observado por extraños.
            2. Segundo párrafo: el narrador identifica analógicamente el tranvía con el tránsito de la vida humana, donde unos entran —nacen— y otros salen —mueren.
            3. Tercer párrafo: en conclusión, el tranvía es un mundo en miniatura donde conviven las pasiones humanas y donde unas personas nos agradan y otras nos resultan aborrecibles. Un mundo, el tranvía, que siempre marcha corriendo ajeno a nosotros, sus pasajeros.
            Observamos, pues, que a partir de un hecho concreto (el viaje en tranvía) se desarrolla una analogía (la identificación del tranvía con la vida huma) y se extrae una conclusión universal: el homo viator, que viaja por un mundo indiferente a su viaje.
Características lingüísticas y estilísticas:
            El texto se estructura formalmente en tres párrafos, pero se trata de un fragmento perteneciente a un relato corto de Benito Pérez Galdós. Estamos, pues, ante un texto narrativo cuyo narrador, interno y autobiográfico en primera persona, busca la identificación con el lector a través de la primera persona del plural (“...personas que no hemos visto...”, “¡Cuántos han pasado por aquí antes que nosotros!”, “...nos agrada su aspecto...”). Con todo, aquí prevalece la modalidad descriptiva, no física, sino como representación de las actitudes de las personas que viajan en el tranvía; y, a manera de digresión ensayística, se desarrollan luego las reflexiones que provoca este ir y venir de pasajeros.
            El texto presenta un nivel de lenguaje formal, culto y literario, en consonancia con el público lector al que va dirigido: una amplia clase media —y también alta—, preferentemente burguesa y urbana. Este lenguaje cuidado introduce inclusive algún tecnicismo sociológico propio de la época como frenológicos; no obstante, se tiende a la sencillez, incluso a veces a cierto coloquialismo: “otros... nos revientan...”, o como ese diminutivo en “las más sofocadas pasioncillas...”
      La cuidada elaboración formal se manifiesta en una construcción sintáctica tendente a la complejidad, con oraciones subordinadas y coordinadas sobre todo. Destacan las oraciones coordinadas distributivas, que van agrupando paralelística y simultáneamente los distintos tipos descritos en el tranvía: unos parecen no inquietarse... otros pasan revista...; unos están alegres, otros tristes, aquel bosteza, el de más allá ríe... La cohesión se lleva a cabo por los habituales procedimientos léxicos y semánticos (repeticiones léxicas, sustituciones léxicas, sinónimos, antónimos: unos, otros...; compañeros de viaje, personas, viajeros; coche, cajón, vehículo...; alegres, tristes, nacer, morir...), los procedimientos gramaticales (los imprescindibles elementos anafóricos —por ejemplo: compañeros de viaje < unos, otros—, elipsis —sobre todo la de los sujetos anónimos: entran, salen; nacen, mueren...—, y deícticos: allí, siempre...), o los distintos marcadores textuales: pero al fin, que abre el texto, con valor adversativo y conclusivo, para cerrar el pensamiento anterior del narrador —no incluido aquí en el fragmento— y dar paso a la observación de los pasajeros; marcadores temporales que sitúan la estancia en el tranvía (al entrar, y en tanto...), de cierre de la serie de pasajeros (por último...) o de contraste entre los mismos (otros, por el contrario...), etc.
            La función lingüística básica es la representativa, si bien se incluye también ocasionalmente la función expresiva y, en cuanto texto literario, es relevante la poética. La función representativa se desarrolla sobre todo en la modalidad descriptiva (la observación de las gentes en el tranvía) y en la larga digresión —casi ensayística— que provoca lo observado. Por ello se impone una intención generalizadora y objetiva, que se consigue mediante varios procedimientos:
a)     el predominio de oraciones de modalidad enunciativa, lo que implica el uso de tiempos verbales en indicativo, y especialmente en presente.  Tras introducirnos en la narración con el perfecto simple e imperfecto (dejé de pensar en lo que tan poco me interesaba), el uso de los tiempos verbales ya se sucede en presente (un presente habitual, reiterado en cada viaje del tranvía: unos parecen... otros pasan revista... sigue corriendo...);
b)    utilización de un léxico genérico (personas, mundo, la vida humana...) y denotativo, con tendencia a lo abstracto (existencia, pasiones, rencor, gozo...); así se logra trascender la anécdota para convertirla en categoría;
c)     la adopción de la primera persona del plural (para incluir al lector, como un viajero más, en la observación y las reflexiones: personas que no hemos visto... nos vamos... les aborrecemos...);
 Sin embargo, la inclusión en el fragmento de lo reflexivo, de lo casi ensayístico, también introduce algunos elementos subjetivos característicos de la función emotiva, como algunas exclamaciones (¡Cuán distintas caras y cuán diversas expresiones!... ¡Cuántos han pasado por aquí antes que nosotros! ¡Cuántos vendrán después!) y las referencias a los campos semánticos de las expresiones, gustos e interacciones personales: unos parecen no inquietarse...  unos están alegres, otros tristes, los mil fastidios de la existencia,  excelentes personas, disgusto, aborrecemos, rencor, gozo...
            Y, por supuesto, tenemos múltiples recursos literarios que refuerzan la función poética. El más destacado es la preferencia por la construcción binaria: así en la distribución de los viajeros: “unos parecen no inquietarse... otros pasan revista...”; “unos están alegres, otros tristes, aquel bosteza, el de más allá ríe...”; “contándose recíprocamente sus arrugas, sus lunares, y este o el otro accidente observado en el rostro o en la ropa”; “el nacer y el morir son como las entradas y salidas...”; “siempre corriendo, corriendo sobre las dos interminables paralelas de hierro, largas y resbaladizas...”. Esta tendencia a la bimembración se formaliza asimismo en la frecuencia de los paralelismos, como si sobre esas dos paralelas de hierro se deslizara también la sintaxis, y la propia novela en el tranvía. Esa sucesión binaria crea un ritmo rápido, pero repetido y monótono, semejante al discurrir, al ir y venir del coche; ritmo también intensificado por el asíndeton en oraciones como “entran, salen; nacen, mueren...”, o por repeticiones retóricas anafóricas y encadenadas: siempre recibiendo y soltando... siempre corriendo, corriendo...
            Y, por otra parte, esa estructuración binaria se refleja además no sólo en la visión dual de los caracteres observados, sino también en la alegoría desarrollada: “imitación es esto de la vida humana” (con un hipérbaton que subraya la imagen); el tranvía como símil del mundo y la vida humana, y su entrada y salida como el nacer y el morir... Aparte de metáforas más o menos brillantes (así “un mundo chico de pasiones en miniatura dentro de aquel cajón” o la imagen calderoniana del teatro del mundo), es destacable por su belleza el símil que contiene el final de nuestra alegoría: “siempre corriendo, corriendo sobre las dos interminables paralelas de hierro, largas y resbaladizas como los siglos.”
            La intención del autor no es lograr una mera descripción de la realidad, sino expresar una visión subjetiva y al mismo tiempo generalizadora. De ahí hipérboles como “los mil fastidios de la existencia, hay un mundo chico de pasiones en miniatura en aquel cajón...” Que realmente importa más la reflexión que la descripción, lo demuestra la escasa adjetivación, que además es más valorativa y expresiva que informativa: “el vehículo, remedo de la vida humana, siempre recibiendo y soltando, uniforme, incansable, majestuoso, insensible”, “las dos interminables paralelas de hierro, largas y resbaladizas...”
5. b) Analice sintácticamente:
            Dejé de pensar en lo que tan poco me interesaba. 
Analice sintácticamente (1 punto):
            Dejé de pensar en lo que tan poco me interesaba. 
Dejé de pensar
en
lo
que
tan
poco
me
interesaba.
NV(Perífrasis verbal)
E
Det
N
Cuant.
N
N
   NV
SN-Sujeto
SAdv-CCCantidad
SN-CI
                            SV-PV
                                   SN-T
                                                SPrep-CRég
       PP
                                       PSub. Adj. Sustantivada (CRég.)
                                              O. Comp. Sub. Adj. Sustantivada en función de CRég.

Oración compuesta subordinada adjetiva sustantivada con función de CRég.
  1. Proposición principal: Dejé de pensar (perífrasis verbal, cuyo sujeto estaría omitido: yo). Enunciativa, afirmativa, activa, intransitiva.
  2. Proposición subordinada adjetiva (sin antecedente expreso) sustantivada, que funciona como CRég. de la principal: en lo que tampoco me interesaba. Enunciativa, afirmativa, activa, intransitiva.

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