CALISTO.- Poned, mozos, la escala y callad, que me parece que está hablando mi señora de dentro. Subiré encima de la pared y en ella estaré escuchando por ver si oiré alguna buena señal de mi amor en ausencia.
MELIBEA.- Canta más, por mi vida, Lucrecia, que me huelgo en oírte mientras viene aquel señor, y muy paso entre estas verduricas, que no nos oirán los que pasaren.
MELIBEA.- Canta más, por mi vida, Lucrecia, que me huelgo en oírte mientras viene aquel señor, y muy paso entre estas verduricas, que no nos oirán los que pasaren.
LUCRECIA.-
¡Oh quién fuese la hortelana
de aquestas viciosas flores,
por prender cada mañana
al partir a tus amores!
Vístanse nuevas colores
los lirios y el azucena;
derramen frescos olores
cuando entre por estrena.
MELIBEA.- ¡Oh cuán dulce me es oírte! De gozo me deshago. No ceses, por mi amor.¡Oh quién fuese la hortelana
de aquestas viciosas flores,
por prender cada mañana
al partir a tus amores!
Vístanse nuevas colores
los lirios y el azucena;
derramen frescos olores
cuando entre por estrena.
LUCRECIA.-
Alegre es la fuente clara
a quien con gran sed la vea;
mas muy más dulce es la cara
de Calisto a Melibea,
pues, aunque más noche sea,
con su vista gozará.
¡Oh cuando saltar le vea,
qué de abrazos le dará!
Saltos de gozo infinitos
da el lobo viendo ganado;
con las tetas los cabritos,
Melibea con su amado.
Nunca fue más deseado
amado de su amiga,
ni huerto más visitado,
ni noche más sin fatiga.
MELIBEA.- Cuanto dices, amiga Lucrecia, se me representa delante. Todo me parece que lo veo con mis ojos. Procede, que a muy buen son lo dices, y ayudarte he yo.
LUCRECIA y MELIBEA.-Dulces árboles sombrosos,
humillaos cuando veáis
aquellos ojos graciosos
del que tanto deseáis.
Estrellas que relumbráis,
Norte y Lucero del día,
¿por qué no le despertáis
si duerme mi alegría?
MELIBEA.- Óyeme tú, por mi vida, que yo quiero cantar sola:
Papagayos, ruiseñores,
que cantáis al alborada,
llevad nueva a mis amores
como espero aquí asentada.
La media noche es pasada
y no viene;
sabedme si hay otra amada
que lo detiene.
CALISTO.- Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto; no puedo más sufrir tu penado esperar. ¡Oh mi señora y mi bien todo! ¿Cuál mujer podía haber nacida, que desprivase tu gran merecimiento? ¡Oh salteada melodía! ¡Oh gozoso rato! ¡Oh corazón mío! ¿Y cómo no pudiste más tiempo sufrir sin interrumpir tu gozo y cumplir el deseo de entrambos?
MELIBEA.- ¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿Es mi señor de mi alma, es él? No lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Había rato que escuchabas? ¿Por qué me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida. Mira la luna cuán clara se nos muestra, mira las nubes cómo huyen, oye la corriente agua de esta fontecica, ¡cuánto más suave murmurio zurrío lleva por entre las frescas hierbas! Escucha los altos cipreses cómo se dan paz unos ramos con otros por intercesión de un templadico viento que los menea. Mira sus quietas sombras cuán oscuras están y aparejadas para encubrir nuestro deleite. Lucrecia, ¿qué sientes, amiga? ¿Tórnaste loca de placer? Déjamele, no me le despedaces, no le trabajes sus miembros con tus pesados abrazos. Déjame gozar lo que es mío, no me ocupes mi placer.
CALISTO.- Pues señora y gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga.
MELIBEA.- ¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu deseo era el que regía mi son y hacía sonar mi canto? Pues, conseguida tu venida, desapareciose el deseo, destemplose el tono de mi voz. Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que estén quedas? ¿Por qué no olvidas estas mañas? Mándalas estar sosegadas y dejar su enojoso uso y conversación incomportable. Cata, ángel mío, que así como me es agradable tu vista sosegada, me es enojoso tu riguroso trato. Tus honestas burlas me dan placer, tus deshonestas manos me fatigan cuando pasan de la razón. Deja estar mis ropas en su lugar y, si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué me tocas en la camisa, pues cierto es de lienzo? Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te mostraré, no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?
CALISTO.- Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas.
LUCRECIA.- Mala landre me mate si más los escucho. ¿Vida es ésta? ¡Que me esté yo deshaciendo de dentera y ella esquivándose por que la rueguen! Ya, ya, apaciguado es el ruido, no hubieron menester despartidores. Pero también me lo haría yo si estos necios de sus criados me hablasen entre día; ¡pero esperan que los tengo de ir a buscar!
MELIBEA.- ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?
CALISTO.- No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo y belleza en mi poder. Comer y beber, dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haber y cualquiera lo puede alcanzar. Pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no hay igual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me pase ningún momento que no goce?
LUCRECIA.- Ya me duele a mí la cabeza de escuchar, y no a ellos de hablar ni los brazos de retozar ni las bocas de besar. ¡Andar!, ya callan, a tres me parece que va la vencida.
CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la noble conversación de tus delicados miembros.
MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced.
SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais, que yo os hiciera ir como merecíais!
CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.
MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar. CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.
SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperadme, quizá venís por lana.
CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está el escala.
MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.
TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban voceando, que se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos al escala.
CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!
TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído del escala y no habla ni se bulle.
SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A esotra puerta! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!
LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste!
MELIBEA.- ¿Qué es esto? ¿Qué oigo? ¡Amarga de mí!
TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh arrebatado fin!
MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes. Veré mi dolor, si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo, mi alegría es perdida, consumiose mi gloria!
LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura?
TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto del escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga que no espere más su penado amador. Toma tú, Sosia, de esos pies; llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad,síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!
MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor!
MELIBEA.- ¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿Es mi señor de mi alma, es él? No lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Había rato que escuchabas? ¿Por qué me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida. Mira la luna cuán clara se nos muestra, mira las nubes cómo huyen, oye la corriente agua de esta fontecica, ¡cuánto más suave murmurio zurrío lleva por entre las frescas hierbas! Escucha los altos cipreses cómo se dan paz unos ramos con otros por intercesión de un templadico viento que los menea. Mira sus quietas sombras cuán oscuras están y aparejadas para encubrir nuestro deleite. Lucrecia, ¿qué sientes, amiga? ¿Tórnaste loca de placer? Déjamele, no me le despedaces, no le trabajes sus miembros con tus pesados abrazos. Déjame gozar lo que es mío, no me ocupes mi placer.
CALISTO.- Pues señora y gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga.
MELIBEA.- ¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu deseo era el que regía mi son y hacía sonar mi canto? Pues, conseguida tu venida, desapareciose el deseo, destemplose el tono de mi voz. Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que estén quedas? ¿Por qué no olvidas estas mañas? Mándalas estar sosegadas y dejar su enojoso uso y conversación incomportable. Cata, ángel mío, que así como me es agradable tu vista sosegada, me es enojoso tu riguroso trato. Tus honestas burlas me dan placer, tus deshonestas manos me fatigan cuando pasan de la razón. Deja estar mis ropas en su lugar y, si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué me tocas en la camisa, pues cierto es de lienzo? Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te mostraré, no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?
CALISTO.- Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas.
LUCRECIA.- Mala landre me mate si más los escucho. ¿Vida es ésta? ¡Que me esté yo deshaciendo de dentera y ella esquivándose por que la rueguen! Ya, ya, apaciguado es el ruido, no hubieron menester despartidores. Pero también me lo haría yo si estos necios de sus criados me hablasen entre día; ¡pero esperan que los tengo de ir a buscar!
MELIBEA.- ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?
CALISTO.- No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo y belleza en mi poder. Comer y beber, dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haber y cualquiera lo puede alcanzar. Pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no hay igual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me pase ningún momento que no goce?
LUCRECIA.- Ya me duele a mí la cabeza de escuchar, y no a ellos de hablar ni los brazos de retozar ni las bocas de besar. ¡Andar!, ya callan, a tres me parece que va la vencida.
CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la noble conversación de tus delicados miembros.
MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced.
SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais, que yo os hiciera ir como merecíais!
CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.
MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar. CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.
SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperadme, quizá venís por lana.
CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está el escala.
MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.
TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban voceando, que se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos al escala.
CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!
TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído del escala y no habla ni se bulle.
SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A esotra puerta! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!
LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste!
MELIBEA.- ¿Qué es esto? ¿Qué oigo? ¡Amarga de mí!
TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh arrebatado fin!
MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes. Veré mi dolor, si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo, mi alegría es perdida, consumiose mi gloria!
LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura?
TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto del escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga que no espere más su penado amador. Toma tú, Sosia, de esos pies; llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad,síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!
MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor!
Edic. de JoaquÍn Juan Penalba en www.cervantesvirtual.com
PROPUESTA DE TRABAJO SOBRE EL TEXTO DE
LA CELESTINA [A continuación de las preguntas añado, de modo somero, las respuestas.]
Ya conoces el argumento de La Celestina. El texto que te hemos presentado se inscribe en el Acto XIX, y en él asistimos al último encuentro amoroso entre Melibea y Calisto, y a la muerte de éste. Vamos a proponerte distintas cuestiones para analizar.
Actividades con las respuestas:
- 1. Indica cuáles son los dos grandes temas del texto seleccionado (los dos grandes temas literarios por excelencia): uno de ellos explícito, el otro amenazador, como esperando su presa.
- 2. ¿Qué partes puedes distinguir internamente?
- 3. ¿Con qué tipo de lírica relacionas estas cancioncillas? ¿Son propias del siglo XV?
- 4. Las dos primeras estrofas ya aluden a elementos de la Naturaleza, vinculado al amor. ¿Qué tópico, vinculado al amor y a la Naturaleza, se está intentando sugerir?
- 5. Vamos a ir observando que determinados recursos literarios sugieren, a través del lenguaje, los estados de ánimo de los personajes. Los sentidos de Melibea empiezan a alterarse, a entremezclarse: “¡Oh cuán dulce me es oírte!” ¿Cómo se llama ese recurso?
- 6. Lucrecia es, sin duda, un personaje interesante, dotado de tintes irónicos. ¿En qué estrofas se percibe esa ironía, dirigida a Melibea?
- 7. Es habitual concebir la música como bálsamo de las penas amorosas. Pero queremos que observes que primero empieza a cantar Lucrecia, luego se suma a dúo Melibea, y al final termina cantando ésta última en solitario. ¿Por qué crees que se produce esta progresión?, ¿no tendrá que ver con que la música –a modo de banda sonora- y el ambiente de locus amoenus van haciendo crecer la inquietud afectiva, y el deseo, de Melibea?
- 8. Claro que, simultáneamente, las cancioncillas también han ido intensificando el deseo de Calisto, que escucha sin ser visto. La alteración anímica y sensual que provoca el deseo se manifiesta en la alteración del lenguaje: observa que, en la primera intervención de Calisto, la sintaxis lógica de la frase está alterada; ¿cómo se llama ese recurso? De igual manera, al igual que Melibea en su respuesta, hay constantes muestras lingüísticas de alteración y perturbación: tonos exclamativos e interrogativos, sinestesias, oxímoron, metáforas afectivas... Busca ejemplos de estos recursos en esas dos primeras intervenciones tras el encuentro.
- 9. También en este primer diálogo se deja ver el lenguaje del amor cortés. Señala algún ejemplo. Luego se producirá un contraste con la carnalidad de la escena amorosa.
- 10. ¿Qué sentido tiene, en medio de los requiebros amorosos, la identificación del canto de Melibea con la “ronca voz de cisne”?
- 11. La descripción del huerto sigue acentuando la ambientación amorosa en el locus amoenus. Fíjate en la habilidad dramática para que, ya que no hay narrador en la obra, podamos “ver” con los ojos y palabras de Melibea cómo siente ésta la Naturaleza animada. El sonido del agua y del templadico viento se sugieren mediante un recurso muy efectivo, ¿cuál?
- 12. La mención de los cipreses y su sombras “aparejadas para encubrir nuestro deleite”, ¿qué connotaciones despiertan?
- 13. Y en medio de la seriedad de la escena, la sonrisa que provoca la actuación de Lucrecia, achuchando a Calisto.
- 14. Observa cómo vemos las acciones de los personajes a través de lo que estos dicen: lo que está haciendo Lucrecia; luego cómo Calisto empieza a meter mano a Melibea, lo que contrasta con su lenguaje cortesano anterior: de forma irónica –porque el lector también conoce ya a Calisto- dice Melibea: “¿Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que estén quedas?” Y aquello que no debemos ver (el acto amoroso), también lo vemos a través de los ojos con dentera de Lucrecia, que nos muestra el contrapunto irónico de la escena.
- 15. ¿Cómo aparece Calisto caracterizado por su forma de amar? ¿Y por sus palabras cuando dice: “señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas.”
- 16. ¿Y qué conclusión sacas de las palabras de Melibea: “Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te mostraré?” ¿Es Melibea una inocente doncella seducida? Y esa afirmación tan moderna al final de la escena: “Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano...”
- 17. Melibea empieza dirigiéndose a Calisto como “señor de mi alma”, luego “amor mío”, frena las prisas de Calsito con “señor”, le anima con “ángel mío”; y tras haber hecho el amor, torna a “señor mío” y finalmente, después de consumar el acto sexual tres veces (“a tres me parece que va la vencida” nos cuenta Lucrecia) ya con un frío “señor”.
- 18. De nuevo se sugiere la cercanía de la muerte en las palabras que pronuncia Calisto al final de esta escena. ¿En cuáles?
- 19. El jardín cerrado ha sido profanado. La muerte aguarda. ¿Qué simbolismo puede tener el jardín de Melibea?
Actividades con las respuestas:
1.
Indica cuáles son los dos
grandes temas del texto seleccionado (los dos grandes temas literarios por
excelencia): uno de ellos explícito, el otro amenazador, como esperando su
presa.
RESPUESTA: Los dos
grandes temas de la literatura: el amor y la muerte.
2.
Teniendo en cuenta la
estructura externa, formal, puedes distinguir claramente dos partes. ¿Cuáles?
RESPUESTA:
a) La espera de Melibea y Lucrecia, con las canciones líricas.
b) El encuentro amoroso entre Melibea y Calisto.
3.
¿Con qué tipo de lírica
relacionas estas cancioncillas? ¿Son propias del siglo XV?
RESPUESTA:
Con las canciones líricas
tradicionales de alborada. En el siglo XV fueron muy apreciadas por los poetas
cultos y recogidas en cancioneros.
4.
Las dos primeras estrofas
ya aluden a elementos de la Naturaleza, vinculado al amor. ¿Qué tópico,
vinculado al amor y a la Naturaleza, se está intentando sugerir?
El locus amoenus, vinculado a la invitatio
amoris.
5.
Vamos a ir observando que
determinados recursos literarios sugieren, a través del lenguaje, los estados
de ánimo de los personajes. Los sentidos de Melibea empiezan a alterarse, a
entremezclarse: “¡Oh cuán dulce me es oírte!” ¿Cómo se llama ese recurso?
RESPUESTA: Sinestesia, la
confusión de los sentidos, que refleja él estado de confusión y perturbación de
Melibea.
6.
Lucrecia es, sin duda, un
personaje interesante, dotado de tintes irónicos. ¿En qué estrofas se percibe
esa ironía, dirigida a Melibea?
RESPUESTA:
Saltos de gozo infinitos
da el lobo viendo ganado;
con las tetas los
cabritos,
Melibea con su amado.
Nunca fue más deseado
amado de su amiga,
ni huerto más visitado,
ni noche más sin fatiga.
7.
Es habitual concebir la
música como bálsamo de las penas amorosas. Pero queremos que observes que
primero empieza a cantar Lucrecia, luego se suma a dúo Melibea, y al final
termina cantando ésta última en solitario. ¿Por qué crees que se produce esta
progresión?, ¿no tendrá que ver con que la música –a modo de banda sonora- y el
ambiente de locus amoenus van haciendo crecer la inquietud afectiva, y
el deseo, de Melibea?
RESPUESTA: Efectivamente,
las canciones actúan a modo de banda sonora que va creando el ambiente y
generando la expectativa amorosa, que va caldeando el ánimo de Melibea.
8.
Claro que,
simultáneamente, las cancioncillas también han ido intensificando el deseo de
Calisto, que escucha sin ser visto. La alteración anímica y sensual que provoca
el deseo se manifiesta en la alteración del lenguaje: observa que, en la
primera intervención de Calisto, la sintaxis lógica de la frase está alterada;
¿cómo se llama ese recurso? De igual manera, al igual que Melibea en su
respuesta, hay constantes muestras lingüísticas de alteración y perturbación:
tonos exclamativos e interrogativos, sinestesias, oxímoron, metáforas afectivas... Busca
ejemplos de estos recursos en esas dos primeras intervenciones tras el
encuentro.
RESPUESTA: « Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto»,
es un hipérbaton que sirve para expresar la alteración de Calisto. Esa
alteración viene confirmada por las constantes exclamaciones e interrogaciones
de ambos amantes. Las sinestesias y oxímoros contribuyen a la expresión de ese
estado de alteración, confusión y contradicciones entre deseo y temor: «¡Oh
sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto!...»
9.
También en este primer
diálogo se deja ver el lenguaje del amor cortés. Señala algún ejemplo. Luego se
producirá un contraste con la carnalidad de la escena amorosa.
RESPUESTA: «¡Oh mi señora
y mi bien todo! ¿Cuál mujer podía haber nacida, que desprivase tu gran
merecimiento?... Pues señora y gloria mía…» La consideración de la amada como
“señora” que posee todos los merecimientos, a los que se rinde el amante.
10. ¿Qué sentido tiene, en medio de los requiebros amorosos, la identificación
del canto de Melibea con la “ronca voz de cisne”?
RESPUESTA: El cisne,
según la leyenda, canta cuando va a morir, como sucederá con Melibea; por
tanto, se está presagiando la tragedia.
11. La descripción del huerto sigue acentuando la ambientación amorosa en el locus
amoenus. Fíjate en la habilidad dramática para que, ya que no hay narrador
en la obra, podamos “ver” con los ojos y palabras de Melibea cómo siente ésta
la Naturaleza animada. El sonido del agua y del templadico viento se sugieren mediante
un recurso muy efectivo, ¿cuál?
RESPUESTA: Una
aliteración de los fonemas vibrantes: «Mira la luna cuán clara se nos muestra,
mira las nubes cómo huyen, oye la corriente agua de esta fontecica, ¡cuánto más
suave murmurio zurrío lleva por entre las frescas hierbas!»
12. La mención de los cipreses y su sombras “aparejadas para encubrir nuestro
deleite”, ¿qué connotaciones despiertan?
RESPUESTA: El ciprés es
un árbol funerario. Los dos cipreses aparejados sugieren la pareja de amantes
que han de morir.
13. Y en medio de la seriedad de la escena, la sonrisa que provoca la
actuación de Lucrecia, achuchando a Calisto. ¿Por qué lo hace Lucrecia?
RESPUESTA: Porque, a diferencia de las posteriores comedias del Siglo de
Oro, no se empareja en la obra. Ella echa de menos un amante («¿Tórnaste loca
de placer? Déjamele, no me le despedaces, no le trabajes sus miembros con tus
pesados abrazos. Déjame gozar lo que es mío, no me ocupes mi placer»), pero los
criados de Calisto no le hacen caso: «Pero también me lo haría yo si estos
necios de sus criados me hablasen entre día; ¡pero esperan que los tengo de ir
a buscar!»
14. Primero vemos las acciones amorosas de los personajes a través de lo que
estos dicen; así sabemos cómo Calisto mete
mano a Melibea. Las toscas maneras amorosas de Calisto contrastan con su
lenguaje cortesano anterior; de forma irónica –porque el lector también conoce
ya a Calisto- dice Melibea: “¿Y pues tú,
señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua
hablar y no a tus manos que estén quedas?” Y luego, cuando llegamos al acto
sexual, ¿cómo podemos “ver” aquello que no debemos ver?
RESPUESTA: A a través de los ojos con dentera de Lucrecia, que nos
muestra el contrapunto irónico de la escena: « Mala landre me
mate si más los escucho. ¿Vida es ésta? ¡Que me esté yo deshaciendo de dentera
y ella esquivándose por que la rueguen! Ya, ya, apaciguado es el ruido, no
hubieron menester despartidores.» Así sabemos que hacen tres veces el amor: «Ya
me duele a mí la cabeza de escuchar, y no a ellos de hablar ni los brazos de
retozar ni las bocas de besar. ¡Andar!, ya callan, a tres me parece que va la
vencida.»
15. ¿Cómo aparece Calisto caracterizado por su forma de amar? ¿Y por sus
palabras cuando dice: “señora, el que quiere comer el ave, quita primero las
plumas.”
RESPUESTA: Como la parodia del amante cortés. Siguiendo la imagen del
propio Calisto, podríamos decir que si le quitamos las plumas al amante cortés,
queda el pollo.
16. ¿Y qué conclusión sacas de las palabras de Melibea: “Holguemos y burlemos
de otros mil modos que yo te mostraré?” ¿Es Melibea una inocente doncella
seducida? Y esa afirmación tan moderna al final de la escena: “Señor, yo soy la
que gozo, yo la que gano...”
RESPUESTA: Melibea transmite la imagen de la mujer que decide sobre su
vida y persona y acepta, también sexualmente, su condición femenina. No se
corresponde con la imagen de la mujer sumisa ni apocada. ¿Quién ha seducido a
quién? Mas bien parece que Melibea se sirve de Celestina para gozar del amor.
17. Podemos ver la intensidad afectiva-sexual de Melibea con respecto a
Calisto a través de las formas de dirigirse a él, bien sea con “señor”, amor
mío, etc. Compruébalo.
RESPUESTA: Melibea empieza dirigiéndose a Calisto como “señor de mi
alma”, luego “amor mío”, frena las prisas de Calsito con “señor”, le anima con
“ángel mío”; y tras haber hecho el amor, torna a “señor mío” y finalmente, después de consumar el acto
sexual tres veces (“a tres me parece que va la vencida” nos cuenta Lucrecia) ya
con un frío “señor”.
18. De nuevo se sugiere la cercanía de la muerte en las palabras que
pronuncia Calisto al final de esta escena. ¿En cuáles?
RESPUESTA: « Jamás querría, señora, que amaneciese.»
19. El jardín cerrado ha sido profanado. La muerte aguarda. ¿Qué simbolismo
puede tener el jardín de Melibea?
RESPUESTA: El jardín simboliza el paraíso, del que deben ser expulsados
la pareja por haber contravenido las normas morales y religiosas.
Buenos dias! Soy professor de castellano en ibiza, de 1 de bachiller, y les he mandado sus actividades para hacer un trabajo, le queria pedir si usted tiene la solucion de las preguntas para corregir los trabajos,ya que me hace falta urgentemente! Muchas gracias! Espero respuesta!
ResponderEliminarHola, Juan,
Eliminaren los próximos días estaré fuera e incomunicado; pero si necesita las respuestas antes de que acaben las vacaciones de Navidad, cuente con ellas antes de Reyes, al menos de forma resumida (las añadiré a esta entrada). Un saludo. Y aprovecho para desearle felices fiestas y feliz año nuevo a usted y a todos los visitantes del blog. En mi blog "El lenguaje y sus compinches" he subido un villancico de felicitación para todos. Gracias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarFelices fiestas igualomente! Me haria un grato favor si las cuelga antes de reyes! Muchas Gracias!
ResponderEliminarSi lo tiene hecho, me haria un grato favor si tambien me resuelve las siguientes preguntas que se encuentran en la Poesia cortesana del siglo XV ( si lo tiene hecho) y sinos con mandarme lo de la Celestina le estare muy agradecido!
ResponderEliminarII. CUESTIONARIO SOBRE LA POESÍA DEL SIGLO XV.
1. ¿La poesía cortesana y la poesía de cancionero son lo mismo?
2. Cuándo, dónde, quiénes desarrollan la poesía cortesana. Cómo se han transmitido los poemas cortesanos.
3. Tema fundamental de esa poesía cortesana. ¿Hay más?
4. ¿Cómo es el amante, la amada y el amor en el "amor cortés"?
5. Orígenes de la lírica del "amor cortés".
6. Cuáles son las dos principales formas poéticas de la lírica cortesana. ¿Conoces alguna más? Cómo es una canción y cuál es su estructura. Qué sabes del "dezir".
7. Qué elemento físico de la dama suele aparecer en esa lírica. Por qué no suelen aparecer elementos naturales.
8. Principales poetas del s. XV, citando dos obras por cada uno de ellos.
9. Qué es un poema alegórico. De dónde procede la moda alegórica. Qué obra alegórica extranjera conoces. Cita una obra alegórica española del s. XV.
10. Características y principales recursos literarios de la lírica cortesana en los siguientes textos. A qué campos semánticos suele hacer referencia el léxico.
TEXTO A
Con dolorido cuidado,
desgrado, pena y dolor,
parto yo, triste amador,
d'amores desamparado,
d'amores, que no d'amor.
Y el coraçón, enemigo
de lo que mi vida quiere,
ni halla vida ni muere,
ni queda ni va conmigo;
sin ventura, desdichado,
sin consuelo, sin favor,
parto yo, triste amador,
d'amores desamparado,
d'amores, que no d'amor.
TEXTO B
Si supiesse contentaros
como sé saber quereros,
yo ternía* sin perderos [*tendría]
esperança de ganaros.
Soy tan vuestro desque* os vi [*desde que]
que ninguna cosa sé
sino tener con vos fe
sin saber parte de mí.
Assí que si contentaros
supiesse como quereros,
yo ternía sin perderos
esperança de ganaros.
OTROS TEXTOS DE LÍRICA CORTESANA
TEXTO 1
Vuestros ojos que miraron
con tan discreto mirar
firieron e non dexaron
en mí nada por matar.
Ellos aún no contentos
de mi persona vençida,
me dan atales tormentos
que atormentan mi vida.
Después que me sojuzgaron
con tan discreto mirar,
firieron e non dexaron
en mí nada por matar.
(Juan de Mena)
TEXTO 2
Justa fue mi perdición;
de mis males soy contento,
no s'es espera galardón,
pues vuestro merescimiento
satisfizo mi passión.
Es victoria conoscida
quien de vos queda vencido,
qu'en perder por vos la vida
es ganado lo perdido.
Pues lo consiente Razón,
consiento mi perdimiento
sin esperar galardón,
pues vuestro merescimiento
satisfizo mi passión.
(Jorge Manrique)
TEXTO 3
Cada vez que mi memoria
vuestra beldad representa,
mi penar se torna gloria.
mis servicios en victoria,
mi morir, vida contenta.
Y queda mi corazón
bien satisfecho en serviros;
el pago de sus suspiros
halo por buen galardón;
porque vista la memoria
en que a vos os representa,
su penar se torna gloria,
sus servicios en victoria,
su morir, vida contenta.
(Jorge Manrique)
TEXTO 4
Al muy prepotente don Juan el segundo,
aquel con quien Júpiter tuvo tal celo,
que tanta de parte le hizo del mundo
cuanta a sí mismo se hizo del cielo;
al gran rey de España, al César novelo,
al que con Fortuna es bien fortunado,
aquel en quien cabe virtud y reinado,
a él la rodilla hincada por suelo.
Tus casos falaces, Fortuna, cantamos,
estados de gentes que giras y trocas;
tus grandes discordias, tus firmezas pocas,
y los que en tu rueda quejosos hallamos,
hasta que al tiempo de ahora vengamos:
de hechos pasados codicia mi pluma,
y de los presentes, hacer breve suma;
dé fin Apolo, pues nos comenzamos.
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ResponderEliminarBuenas tardes señor Pedro Galván.
ResponderEliminarMe llamo Carlos José y como la anterior persona estoy en su misma situación ya que debo corregir este trabajo que lo mando el departamento y me faltan las respuestas de estas preguntas:
9. También en este primer diálogo se deja ver el lenguaje del amor cortés. Señala algún ejemplo. Luego se producirá un contraste con la carnalidad de la escena amorosa.
10. ¿Qué sentido tiene, en medio de los requiebros amorosos, la identificación del canto de Melibea con la “ronca voz de cisne”?
11. La descripción del huerto sigue acentuando la ambientación amorosa en el locus amoenus. Fíjate en la habilidad dramática para que, ya que no hay narrador en la obra, podamos “ver” con los ojos y palabras de Melibea cómo siente ésta la Naturaleza animada. El sonido del agua y del templadico viento se sugieren mediante un recurso muy efectivo, ¿cuál?
12. La mención de los cipreses y su sombras “aparejadas para encubrir nuestro deleite”, ¿qué connotaciones despiertan?
13. Y en medio de la seriedad de la escena, la sonrisa que provoca la actuación de Lucrecia, achuchando a Calisto.
14. Observa cómo vemos las acciones de los personajes a través de lo que estos dicen: lo que está haciendo Lucrecia; luego cómo Calisto empieza a meter mano a Melibea, lo que contrasta con su lenguaje cortesano anterior: de forma irónica –porque el lector también conoce ya a Calisto- dice Melibea: “¿Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que estén quedas?” Y aquello que no debemos ver (el acto amoroso), también lo vemos a través de los ojos con dentera de Lucrecia, que nos muestra el contrapunto irónico de la escena.
15. ¿Cómo aparece Calisto caracterizado por su forma de amar? ¿Y por sus palabras cuando dice: “señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas.”
16. ¿Y qué conclusión sacas de las palabras de Melibea: “Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te mostraré?” ¿Es Melibea una inocente doncella seducida? Y esa afirmación tan moderna al final de la escena: “Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano...”
17. Melibea empieza dirigiéndose a Calisto como “señor de mi alma”, luego “amor mío”, frena las prisas de Calsito con “señor”, le anima con “ángel mío”; y tras haber hecho el amor, torna a “señor mío” y finalmente, después de consumar el acto sexual tres veces (“a tres me parece que va la vencida” nos cuenta Lucrecia) ya con un frío “señor”.
18. De nuevo se sugiere la cercanía de la muerte en las palabras que pronuncia Calisto al final de esta escena. ¿En cuáles?
19. El jardín cerrado ha sido profanado. La muerte aguarda. ¿Qué simbolismo puede tener el jardín de Melibea?
Sería muy amable al enviarmelo a este correo electrónico: carlosjose.mestre@gmail.com
Muchas gracias por adelanto, y feliz año.
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ResponderEliminarLo siento, Azahara, me quedo sin saber cuáles eran tus comentarios. Supongo que cuando se indica que "este comentario ha sido eliminado por el autor" se refiere al autor del comentario, porque yo, autor del blog, no he eliminado nada. Si buscabas las respuestas, ya las he subido, no te preocupes. Sea lo que fuere, feliz año nuevo.
EliminarEran tonterias de gente de mi edad jajajaj ni caso, muchísimas gracias, espero que la profe este al margen de esto jajaja
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ResponderEliminara ver, aquí todos los que están pidiendo las preguntas son del IES Quartó, hacedme el favor de no discutir, y que las ponga aquí, y a si todos las tenemos y todos estamos contentos, ale, un beso!
ResponderEliminarA Dios no puedo quedarlo sin respuesta. Los deseos de Dios son órdenes para mí. Pero, chicos, hay que trabajar también duramente si se quiere aprender algo. De todos modos, ahí tenéis las respuestas (¡como se entere vuestro profe...¡). Feliz año nuevo.
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ResponderEliminarPedro cuando puedas cuelga lo que me dijiste antes de reyes! Gracias! feliz año nuevo!
ResponderEliminarHola, Juan, he estado ausente durante las vacaciones; pero cumplo mi palabra y antes de Reyes procedo a incluir, aunque no sea en profundidad, las respuestas a las cuestiones sobre esta actividad de La Celestina. Espero que sea útil. Feliz año nuevo.
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